En al menos 11 balnearios de Lima han cerrado los accesos al mar. En algunos hay agentes de seguridad, en otros tranqueras y hasta construcciones, pese a que esto es ilegal.
solo pueden pasar los propietarios de los condominios o sus invitados”,
nos señaló uno de los tres vigilantes que custodiaba –junto a una
tranquera de metal– la única entrada al balneario Puerto Nuevo, ubicado
en el kilómetro 70 de la Panamericana Sur.
Perú21 comprobó que pese a
que la Constitución reconoce a las playas como bienes de uso público, en
al menos 11 balnearios del sur de la capital se prohíbe el acceso a las
personas. En algunos casos son los residentes quienes impiden este ingreso y en otros casos se trata de exclusivos clubes.
Dichas playas están ubicadas entre los kilómetros 55 y 98 de la Panamericana Sur y pertenecen a los distritos de Pucusana (Lima), San Antonio, Mala y Asia (Cañete).
Allí, diversas asociaciones de propietarios y
de socios de clubes han colocado ilegalmente tranqueras y casetas de
vigilancia para controlar el ingreso.
Este tipo de discriminación se da a vista y paciencia de los municipios y, es más, en algunos casos ni siquiera la autoridad distrital puede ingresar a estas ‘playas privadas’.
Por ejemplo, en la playa Puerto Nuevo, en el distrito de San Antonio de Cañete (Km. 70 de la Panamericana Sur), tres vigilantes y una tranquera restringen el único acceso al mar.
Perú21 preguntó la razón por la que no
podíamos acceder a la playa y los agentes privados nos dijeron que
tenían órdenes de solo autorizar el ingreso a los miembros del Club de
Propietarios de la Laguna de Puerto Nuevo.
Lo mismo nos indicaron en la playa San
Antonio (Km. 80), donde el Club Regatas ha instalado una tranquera en la
única vía hacia el mar. “Esta playa es privada. El público en general
puede ir a Puerto Viejo”, respondió uno de los vigilantes.
Tampoco se nos permitió el ingreso a los balnearios La Tiza (Km. 55), Boca León (Km. 79), en Mala; así como Cala de Mar (Km. 88), El Golf (Km. 96), Bora Bora (Km. 96), Bonita (Km. 98) y Costa de Sol (Km. 98), en Asia.
En dichos lugares, igualmente, se han colocado tranqueras o puestos de vigilancia en los accesos a la playa.
En la playa Totoritas (Km. 85), en Mala, una tranquera obstruye la bajada al mar. Los vigilantes solo permiten el ingreso de vehículos de los propietarios de las residencias.
Si bien aquí sí está permitido el acceso
peatonal de cualquier ciudadano, estos están forzados a estacionar sus
autos cerca de la tranquera y caminar más de 300 metros para llegar al
mar. Es decir, en la práctica hay una restricción.
Sin embargo, un hecho que rebasa los límites es que ni el municipio de San Antonio de Cañete puede ingresar a sus playas.
“No tenemos libre acceso. Para notificar a
los residentes y entregarles las cuponeras de pago (por impuesto
predial) tenemos que pedir permiso a la administración de los
condominios y de los clubes”, dijo Alex Echevarría, gerente de Rentas de
esa comuna.
DIVIDEN PLAYA EN DOS
Otra restricción ocurre en Naplo (Pucusana), cuya playa ha sido dividida
en dos: una parte para el público en general y la otra para los
residentes. Un muro de concreto y cuerdas –custodiadas por vigilantes–
separaran este balneario.
Enrique Bazo, presidente de la Junta de Propietarios, sostuvo que esta polémica medida no es discriminatoria. “La gente puede ingresar sin ningún problema, siempre y cuando no traiga comida”, señaló.
Los residentes de Naplo no se bañan con los visitantes, e incluso usan
sombrillas que los diferencian (de color blanco). (Nancy Dueñas)
Fuente:
Peru21
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